Las celebraciones del inicio del nuevo ciclo de los pueblos datan de miles de años y se rigen por el ordenamiento cósmico o ley de la naturaleza. En ese sentido, están vinculadas con la renovación e inicio de la vida.
La víspera del solsticio es la noche más larga del año, luego de ese momento clave y durante los seis meses siguientes, las noches se acortan y los días se alargan. En el ambiente hay más luz disponible y con ello mayor abundancia.
Desde tiempos inmemoriales los pueblos indígenas han identificado los equinoccios y solsticios, correspondientes a la trayectoria del Sol, examinando el comportamiento de su entorno natural. De acuerdo a esas observaciones, trazaron calendarios anuales que les permitieron llevar una convivencia armónica con la naturaleza.
Pasadas las 07.30 de la mañana, asoman entre los Payachatas los primeros rayos de sol que iluminan a los asistentes a la ceremonia.
La profunda espiritualidad indígena está directamente relacionada con la naturaleza que es la que da la vida.
Los calendarios Aymara, Quechua, Likan Antai, Rapa Nui y Mapuche, consideran los movimientos del Sol y la Luna para establecer los tiempos de la siembra y la cosecha, celebrando las ceremonias espirituales de agradecimiento correspondientes a cada proceso productivo.
La ceremonia del Año Nuevo Aymara número 5.518, se realizó en el poblado de Parinacota, en la provincia del mismo nombre, ubicado a 4.300 metros sobre el nivel del mar donde se realizaron rituales para recibir el solsticio de invierno de este nuevo año.
El rito es dirigido por sacerdotes y líderes aymaras.
Bendiciendo los animales que seran sacrificados bajo los primeros rayos de sol dos llamas, la ceremonia responde al principio de reciprocidad, bajo el ritual de la "WILANCHA", se ofrece a los principales espitirus tutelares, el Tata Inti, la Pachamama.
La ancestral ceremonia, consiste en un acto ritual, se ofrenda a la Pachamama o Madre Tierra y al Tata Inti o Padre Sol -Dios Padre-, y se les pide abundancia de alimentos, se les agradece toda bondad recibida de su parte y perdón por faltas.
La celebración contó con fogatas, vino navegado, “calapurca” plato típico del altiplano consistente en pollo, papas, maíz, carne, condimentos y rocoto, y la tradicional “guatia” al finalizar el año nuevo y que consistió en carnes de llama y pollo, maíz y papas cocidas en piedras al rojo vivo.
....cuesta El Aguila, subiendo hacia el altiplano por el valle de Lluta.... llegamos hasta el poblado de Parinacota a 4500 mts. snm, todo el trayecto subiendo, de vuelta 180 kms. de bajada.
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